jueves, 10 de noviembre de 2011

El ruido y los niños

Contaminación sonora e impacto del ruido ambiental en la salud infantil

Quienes vivimos en las grandes ciudades estamos rodeados de ruido, sin que podamos escapar de él. Poca gente es verdaderamente consciente del peligro del ruido. Cuando no es muy fuerte, puede afectarnos lentamente la salud. Pero…

¿Qué es la contaminación acústica?

·         La contaminación acústica es ruido desagradable creado, ó por la gente ó por máquinas, que puede ser fastidioso, una distracción, intruso, y / o físicamente doloroso.
·         La contaminación acústica puede ser a causa del tráfico, de aviones, de los camiones de basura, de equipo de construcción, de los procesos de fabricación, de cortadores de césped, de sopladores de hojas y de las radios personales.
·         La intensidad de los distintos ruidos se mide en decibeles (dB), unidad de medida de la presión sonora. El umbral de audición está en 0 dB (mínima intensidad del estímulo) y el umbral de dolor está en 120 dB.
El oído humano tiene la capacidad de soportar cierta intensidad de los ruidos; si éstos sobrepasan los niveles aceptables (límite aceptado es de 65 dB para la Organización Mundial de la Salud (OMS), provocan daños en el órgano de la audición.

En la ciudad, los niveles de ruido oscilan entre 35 y 85 dBA, estableciéndose que entre 60 a 65 dBA (zonas de incomodidad acústica) se ubica el umbral del ruido diurno que comienza a ser molesto.

La capacidad auditiva se deteriora en la banda comprendida entre 75 dB y 125 dB y pasa a ser nivel doloroso cuando se sobrepasan los 120 dB, llegando al umbral de dolor a los 140 dB.

Por ejemplo: en una biblioteca se tienen 40 dBA, en una conversación en voz alta 70 dBA (1 m. de distancia), tráfico en una calle con mucho movimiento sobre 85 dBA y el despegue de un avión 120 dBA (70 mts. de distancia).

Entonces…

Cuando el ruido se vuelve muy fuerte, ya empieza a afectarnos la audición. Un ruido intenso durante un par de horas, puede ensordecernos temporariamente. Si ese ruido se repite y se repite a lo largo del tiempo, el resultado es una disminución definitiva de la audición, o sordera. Esto sucede aunque lo que se esté escuchando sea música.
Así, el que acostumbra escuchar la música fuerte, por ejemplo el que asiste a bailes o fiestas en las que el volumen de la música sea muy fuerte, o el que escucha música durante varias horas por día, está expuesto al riesgo de daño auditivo prematuro. Es importante saber que los efectos del ruido son acumulativos. Por ejemplo, puede provocarnos alta presión sanguínea, puede alterarnos la digestión o provocarnos estrés. También nos afecta durante el sueño, reduciendo la duración del sueño profundo. Los niños se ven especialmente perjudicados por esto, ya que es durante el sueño profundo que el cuerpo produce las hormonas del crecimiento. Si el sueño profundo se reduce, también se alterará el crecimiento.

Además de afectarnos directamente la salud, el ruido nos impide comunicarnos por medio de la palabra hablada. Esto perjudica muy especialmente a los niños, ya que les impide comprender las palabras nuevas o más difíciles, dificultando el aprendizaje. También interfiere con la concentración necesaria para realizar actividades intelectuales como la resolución de problemas matemáticos o la memorización de hechos o nombres.

Por todas estas razones, el ruido es una forma más de contaminación ambiental, a la altura de otras más famosas, como la contaminación del aire o del agua. Como sucede con toda forma de contaminación, es el hombre el principal responsable, y el único que puede tomar la determinación de revertirla. Lamentablemente, en el caso del ruido, desde todos lados nos llegan mensajes directos o indirectos que favorecen la producción de ruido. En las fiestas infantiles, por ejemplo, las animadoras estimulan a los niños a responder más fuerte. Aunque lo hagan con buenas intenciones, para impulsar la participación de todos en los juegos grupales, cuando piden "¡Más fuerte, que no escucho!" están sembrando la semilla del ruido. Los programas de televisión, especialmente los infantiles, están repletos de sonidos y ruidos de todas clases que no permiten ni un instante para pensar en lo que se está viendo. Lo mismo sucede en el cine, donde el volumen siempre es mayor que el necesario para entender lo que se dice. El tránsito por las calles de la ciudad es otra fuente permanente de ruido. Los bocinazos, las innecesarias aceleradas a fondo, son todos elementos que contribuyen a empeorar el ambiente acústico.

Los estudios indican que niños expuestos a contaminantes acústicos demoran en aprender a leer.

·         Los niños expuestos a contaminantes acústicos dejan de escuchar, no sólo el ruido, sino también la voz de sus profesores. Por lo tanto retardando así sus habilidades de leer y de hablar.
·         Al aprender en un ambiente ruidoso, los niños tienen más dificultades en entender las palabras y en distinguir los sonidos para hablar claramente.
·         Los niños que viven en áreas más ruidosas tienen la presión arterial más alta en reposo y más altos niveles de estrés.         
·         En un ambiente callado y tranquilo, los niños aprendan mejor la concentración.

¿Y qué podemos hacer?

Tomar en cuenta los orígenes de ruidos en los centros de cuidado de niños y tomar medidas apropiadas para reducir el impacto.
Para absorber el ruido adentro de los edificios, tratar de usar azulejo acústico en el techo, en la
cubiertadores de paredes y en los estantes de libros.
Mantener cerradas las ventanas y las puertas para disminuir el ruido del tráfico y de los aviones.

¿Qué podemos hacer los niños para combatir el ruido?
¿
Lo mejor que pueden hacer es aprender porqué el ruido no es un buen negocio, e incorporar a sus costumbres la “higiene sonora”. Cuando sean adultos y sean los responsables del Planeta, no cometerán
los mismos errores que los adultos de hoy.
En esta lista están algunas de las cosas que uno NO DEBERIA HACER, si querés una sociedad menos
ruidosa:
·         Hablar a los gritos.
·         Escuchar música más fuerte de lo necesario.
·         Escuchar música en ambientes ruidosos; esto llevará inevitablemente a subir más el volumen para tratar de “tapar” al ruido, aumentando en realidad el barullo general.
·         Aceptar estar en un lugar en el que la música está demasiado alta sin decir nada a los responsables por temor a hacer el ridículo.
·         Aceptar sin hacer nada que un vecino, responsable de un comercio, o cualquier otra persona cause ruidos antirreglamentarios.



Bibliografia







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